"Detesto a los tibios de vocación..."
Si nena!Vicen va por tí con muchisimo cariño que no nos gusta verte así.
Besitos y muchísimo ánimo
Según cuentan los que cuentan, hace ya mucho mucho tiempo...incluso antes de que el mundo fuera mundo, estaban todos los sentimientos habidos y por haber. Estaban todos aburridos sin saber qué hacer, hasta que por fin a la locura, siempre tan pizpireta ella, se le ocurrió:
-Y si, y si, y si...y si jugamos a algo?
A lo que la indecisión pregunto:
-Y a que?
-No sé, al escondite? - respondió
El aburrimiento, que por allí andaba, añadió:
-Oh! No, que siempre me aburro.
Por suerte, allí estaban la pasión y la alegría, siempre tan contagiosas ellas, y convencieron a todos para jugar. Así pues, la locura se dio la vuelta y comenzó a contar, y todos raudos, sus escondites fueron a buscar. La voluptuosidad se escondió en el batir de las alas de una mariposa, así como la pasión y la ira, que se ocultaron en el corazón de un volcán, la astucia, a las ramas de un árbol cercano se subió, mientras que la envidia, que no podía ser menos, a la copa más alta se encaramó. Así todos y cada uno de los sentimientos se fueron escondiendo, todos menos el amor, que siempre que encontraba un escondite pensaba, “oh! Este seria ideal para la suspicacia” “si, este debería ser para la fortaleza”, mas así busco y busco, y justo cuando la locura estuvo a punto de terminar de contar, vio un hermoso rosal, y entre sus flores se escondió.
La locura se dio la vuelta, “quien no se halla escondido allá voy” advirtió, y obviamente al aburrimiento primero encontró.
-Hey! Yo dije que me aburriría- sentado sobre una piedra comentó.
La locura a todos fue a buscar, con la ayuda de la envidia, que de todos se chivaba, pues no quería ser encontrada, auque al final esto la delató.
Y así fue como poco a poco, la locura a todos pilló, a todos menos al amor, mas cuando apunto estaba de darse por vencida, vio aquel hermoso rosal, agarró una rama del suelo y con cautela se acerco y... ZAS! con sus fuerzas golpeo.
De repente, un agudo llanto del rosal surgió, pues las espinas de las rosas, en los ojos se le habían clavado al amor. La locura no era mala, loca si, pero no mala, así que corrió a socorrer, y viendo el mal que había hecho sin querer, le prometió que de ahora en adelante, su perro lazarillo iba a ser.
Y por eso es, damas y caballeros, que según cuentan los que cuentan...
El amor es ciego...
Y la locura... siempre le acompaña.